«Que te encuentre trabajando»

Algunas veces escribo sin tener una gran idea acerca de qué escribir. Por mucho que le de vueltas, en momentos pareciera que se gasta la inspiración, incluso en momentos la inspiración pareciera ser escurridiza, huye por los atajos que no logramos cerrar para que se quede junto a nosotros. Cuando la inspiración se cuela entre nuestros dedos no queda más que sentarse a trabajar, aunque lo que salga, lo considere improductivo.

Picasso decía: «La inspiración existe, pero debe encontrarnos trabajando». Esta frase tan simple, viniendo de la mente del propio Pablo Picasso es una joya y una maravillo premisa para la producción artística, científica, gerencial, etc. Él, que tantos trabajos produjo y tanto que le dio al arte. En momentos la inspiración pareciera resultar caprichosa y requiere que la dejemos tranquila, que no la atosiguemos, nos obliga a sentarnos a trabajar para luego venir a nosotros y comenzar a soplar en nuestras orejas qué hacer y cómo hacerlo.

La inspiración es un ente sutil, etéreo y vaporoso que nos circunda pero que cuando intentamos mirarle de frente se escabulle rápidamente, es como si tuviera una cierta timidez a su propia desnudez y desea ser vista con decoro.

Definitivamente la inspiración consiste en un momento mágico de fluidez que ocurre con una limitación bien definida tanto en tiempo como en espacio y el resto le queda al trabajo artístico, puro y duro, sistemático y técnico que aporta el desarrollo y la materialización de la obra.

La inspiración es una idea, un salto fugaz y rápido, un eco lejano de nuestro propio corazón, un soplo de aliento divino que nos orienta, nos aporta un curso de acción pero que si no está acompañado de trabajo se queda sólo en eso, en esa fugacidad que se dispersa rápidamente y que de sí queda, si acaso, un recuerdo.

Nos debe encontrar trabajando. La inspiración es así. Nos premia con su presencia si estamos comprometidos con aquello que estamos realizando, poniendo el corazón y la razón en lo que elaboramos, quizá nos ayuda en un momento y pareciera que tomara nuestro cuerpo haciéndonos sentir como si algo más grande que nosotros hablara a través de nuestra propia existencia. Algunos le llaman Dios, otros las musas, algunos dicen que es un ángel, otros que es una conexión con lo divino o sagrado, en fin, que esa inspiración pareciera no ser del todo humana. Quizá no creemos que los seres humanos, tan terribles en momentos, tan destructivos y llenos de rencores, dolor y rabia, seamos capaces en otras ocasiones de las creaciones más sublimes.

El trabajo que debe anteceder a la inspiración, tendría que ser un trabajo continuo y sostenido, hecho incluso en esos momentos que pareciera que nos pesa, momentos en los cuales nuestro organismo incluso pareciera pedirnos algo diferente al trabajo, artístico, científico, humano, pero algo diferente. Sin embargo, cuando estamos decayendo, es cuando viene la inspiración y nos salva, sacia nuestra sed de algo que necesitamos de forma importante y nos otorga esas fuerzas aparentemente perdidas, la genialidad necesitada y nos pone en seguida a trabajar.

La inspiración sin trabajo no tiene mayor mérito y sin embargo, el trabajo sin inspiración resulta pesado, aburrido y tedioso. Incluso doloroso. El trabajo sin inspiración en algún momento es un trabajo sin sentido y se convierte en castigo. Es por ello que la inspiración se hace necesaria porque además esta nos provee de otra manera de observar las cosas. La inspiración incluso nos motiva para ser capaces de realizar nuestro trabajo de forma diferente, poder hacerlo mejor y si logramos este propósito, entonces ello refuerza nuestra creencia de que podemos hacerlo más óptimo.

La inspiración es necesaria porque esta le otorga un sentido a aquello que hacemos, sobre lo que trabajamos.  La inspiración es un bálsamo que nos desliza por el camino tortuoso y duro de la vida. Lograr tener inspiración redunda en que haya coherencia entre lo racional, lo afectivo y lo comportamental, que en fin, nos lleva a tener una vida en consecuencia con un sentido para hacer las cosas, por muy sencillo que este sentido sea.

Que la inspiración me encuentre siempre trabajando, aún cuando me siente frente a esta pantalla y pareciera que no tenga nada sobre lo cual escribir. Que la inspiración te encuentre trabajando, aun cuando te sientes frente al intento de obra que estás haciendo y sientas que tienes la mente en blanco. Que te encuentre, bien sea que trabajes en tu casa, en una empresa, en la calle, en un hospital, en un colegio, donde quiera que trabajes que te encuentre la inspiración, para que tu trabajo y tu vida tengan un sentido, que al final del día te acuestes con satisfacción porque has encontrado la inspiración.

Autor: Daniel Rojas Salzano

Multiplicadores del bien

Pareciera que el mal está ganándole terreno al bien, pareciera que el mundo está lleno de más cosas negativas que de cosas positivas y pareciera que no tenemos mayor esperanza frente a todo el desastre y el caos que se encuentra a nuestro alrededor, sin embargo, a pesar de todo existen muchas personas haciendo cosas buenas en muchos lugares e intentando que las cosas vayan mejor.

Decía Facundo Cabral: «Una bomba, hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan a la vida. El bien se alimenta de sí mismo. El mal, se destruye a sí mismo. Si los malos supieran que buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sea por negocio». Con esta frase citada quiero significar que las cosas malas hacen demasiado ruido y que detrás de todo ese ruido existe una corriente continua de bondad que nunca se detiene y que la bondad tiene muchas maneras de expresarse y debemos tener el corazón abierto tanto para recibirla como para darla.

Por otra parte, es posible que así como yo, tú también te levantes o te acuestes con la sensación de que las cosas no van tan bien como crees o que podrías estar haciendo las cosas mejor de lo que actualmente las estás haciendo. Cuando me sucede esto le ofrezco mis acciones a Dios (no importa lo que Dios sea para usted). Es la única manera como encuentro despejar la cabeza de tantas dudas y poder seguir adelante.

Volviendo sobre el tema del mal y del bien, considero que en muchas ocasiones damos demasiada importancia a lo malo y le restamos importancia a lo bueno. Creo que esto tiene que ver con la forma como decidimos interpretar el mundo. Tampoco se trata de negar de forma neurótica el mal y quedarnos comiéndonos las flores de la vida cuando hay tanta basura, sin embargo, pareciera que la negación del bien por el reconocimiento del mal también tuviera un cierto matiz neurótico.

La eterna lucha del bien y del mal comienza por nosotros mismos. En nosotros como individuos cohabitan tanto el bien como el mal. Somos capaces de hacer un bien hoy y un mal mañana, incluso sin notarlo. Esta propia condición humana de hacer tanto un bien como un mal implica que debemos conocernos a nosotros mismos y hacer un énfasis especial en lograr una relación profunda con nuestra propia persona, así como intentar estructurar  nuestra existencia dentro de un marco constructivo y de progreso.

Creo que la idea es que reconociendo tanto el bien como el mal seamos multiplicadores de lo bueno que se esté haciendo en alguna parte. Incluso tomar como punto de partida alguna cosa buena que nos resulte inspiradora, que nos guste, que nos llame la atención, con la cual nos sintamos identificados y podamos ser multiplicadores. Participar de las buenas acciones que están realizando otras personas, así como ayudar a poner en práctica las buenas ideas de otros o bien, las propias.

Estamos llamados a ser multiplicadores del bien por encima del mal, incluso cuando el mal haga tanto ruido, haga tanto daño y nos deje heridas profundas. En este preciso instante cuando estoy escribiendo estas líneas existen muchas personas en muchos lugares del mundo haciendo cosas buenas simultáneamente y es un hecho que no se puede negar. Lo están haciendo a pesar de todo el mal que en este mismo momento también está sucediendo en muchos lugares del mundo.

Si usted siente que el mal nos está ganando terreno en este momento histórico, le invito que se sume a alguna buena causa o que se haga creador de alguna buena causa y la ponga en acción. Le invito a sumar para la causa del bien y restar un poquito (aunque sea) a la causa del mal. Mientras usted viva (y después de su vida), el bien y el mal siempre estarán presentes. Si es usted creyente o un materialista acérrimo, no importa, la causa del bien es una causa humana, es una causa que tiene que ver con la propia humanidad.

La relación dialéctica entre el bien y el mal es más antigua que todos los que estamos leyendo estas líneas y transcenderá nuestra existencia. Lo importante es nuestro compromiso y nuestra orientación a ser multiplicadores del bien haciendo uso de nuestras potencialidades y de nuestras limitaciones. El debate entre el bien y el mal es posible que nunca deje de existir y mientras nosotros existamos otorguemos un poco de sentido a nuestras vidas a partir de ser emancipadores de la maldad y multiplicadores de la causa del bien.

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